El policía sostenía fuertemente mi dedo índice mientras lo presionaba contra la almohadilla de tinta.
— Ahora la otra mano – me dijo sin pestañear.
Estaba tomando mis huellas dactilares para hacer mi primer documento nacional de identidad.
— Tus huellas son únicas – dijo amablemente la señora de la siguiente mesa, mientras me miraba a los ojos como si me estuviera descubriendo Las Américas.
Yo tenía catorce años.
Pero no era tonta.
Lo que aquella señora no sabía era que los ojos con los que yo la miraba atentamente también eran únicos. Y mi manera de respirar en aquel momento.
El latido de mi corazón también era único.
El tamaño de mi hígado.
Eso también era único.
Mi casi inexistente acné y la forma en que yo desgastaba los zapatos por la parte externa.
…
¿Y tú?
¿Te has parado a pensar que tú también eres única o único en el Universo?
¿Te has parado a pensar en la gran responsabilidad que implica saber que no hay nadie en todo el mundo que sea exactamente igual que tú?
Pues piénsalo.
Viniste a este mundo con una serie de talentos que traes de modo innato, que vienes a desarrollar para convertirte en la mejor versión de ti misma/o.
Es un gran regalo.
Y una gran responsabilidad.
¿Recuerdas qué talentos tenías cuando eras una niña o un niño?¿Conoces cuál son los dones que trajiste a este mundo para compartirlos con la Humanidad?
Yo he logrado descubrirlos, y te puedo ayudar a descubrir los tuyos.
Reserva conmigo un Taller de Dones y Talentos.
Ofrécele al más mundo lo mejor de ti misma.
Porque tú, mi querida Alma, eres única en el Universo.